Fundación Pro Música Naciomal de Ginebra - "Funmúsica"
Reseña Histórica
Ginebra, antes denominado Playas, fue al final del siglo XIX el lugar donde se asentaron terratenientes venidos del norte del Valle. Es un municipio que se debate entre una vocación agrícola, agroindustrial y una incipiente industria.
Su cercanía a centros urbanos intermedios y a Cali, le da un ambiguo carácter entre rural y urbano; su historia de población como tal no va más allá del segundo decenio del siglo XX, lo cual le hace carecer de muchas tradiciones que miran a la época de la colonia de los pueblos circunvecinos y la composición étnica de sus habitantes es relativamente homogénea, si se compara con la de aquellos, donde los descendientes de los esclavos africanos traídos a las grandes haciendas azucareras forman un alto porcentaje de su población.
En Ginebra se conservan testimonios de una variada y pujante actividad musical que se hizo manifiesta a través de dos vertientes socioculturales bien caracterizadas.
La vertiente popular que atesoraba toda la vivencia y la creatividad de la población campesina y trabajadora de la región y la vertiente señorial a cuyo inventario pertenecen los artistas procedentes de familias de linaje, moradoras de los principales centros urbanos y propietarias, a la vez, de extensos territorios que dedicaron a la producción agrícola y pecuaria.
Estas dos vertientes constituyeron la semilla de una fértil síntesis estética que fue el punto de partida de la más reciente historia de la música regional, capítulo muy importante, a su vez, de la estética musical colombiana.
En el año 1975 un grupo de personas del municipio de Ginebra, Valle del Cauca, entre ellas las religiosas Sor Virginia Lahidalga y Sor Aura María Chávez y el Señor Luis Mario Medina, decidieron hacer un concurso de música andina colombiana (ellos la llamaban vernácula ); pensaron en grande y escogieron como Jurados a José A. Morales, Graciela Arango de Tobón, Arturo de la Rosa y Helena Benítez de Zapata.
Ante el éxito del primer concurso y la buena acogida popular, los gestores y algunos habitantes de Ginebra, Buga y Cali decidieron crear una fundación con el ánimo de manejar el concurso y, según dicen los estatutos, “Preservar, fomentar y difundir la Música Andina Colombiana”.
Igualmente se decidió darle al Concurso el nombre de “Mono Núñez” en honor de Benigno Núñez Moya, músico, gran intérprete de la bandola y la guitarra, compositor oriundo de Ginebra, símbolo por aquel entonces de la música y la bohemia centrovallecaucana, quien con el correr de los años se convirtió en una leyenda nacional.
“El Mono” Núñez (1897 – 1991), integrando el Trío Tres Generaciones fue el encargado de interpretar las primeras notas del concurso hasta 1991, año en el que falleció a los 94 años de edad.
Así nació la Fundación Promúsica Nacional de Ginebra, FUNMÚSICA, que a lo largo de este tiempo ha celebrado con éxito y cada día con mayor grandeza el Festival Mono Núñez, abriendo nuevos espacios como el Festival de la Plaza, el Encuentro de Expresiones Autóctonas, los Conciertos Dialogados, los encuentros infantiles, exposición de artesanias y las Exposiciones de Instrumentos Musicales, convirtiéndose en cita obligada de músicos, compositores, autores y aficionados en general a la música andina colombiana.
En 2005 la Junta Directiva decidió buscar el camino de la internacionalización del Festival con el fin de incentivar los intercambios culturales con países de América Latina.
Los principales aliados con los cuales se ha contado para este proyecto son Argentina, a través del festival de Cosquín, y México con nuestra delegada en el país azteca la maestra y gestora cultural Maricarmen Pérez.
Hemos recibido delegaciones de Cuba, Argentina, México, Ecuador, Venezuela, Chile, Uruguay, España e Inglaterra. Lo que hemos denominado “Encuentro Internacional de Música”.
El Concurso Mono Núñez se ha constituido en plataforma de lanzamiento de nuestros artistas y el solo hecho de clasificar para Ginebra es parte importante de su carta de presentación; mucho más, por supuesto, lo es el de ser nominado o ganador del Gran Premio “MONO NÚÑEZ”.
El Festival, con el correr de los años, hizo de Ginebra un polo de desarrollo turístico y cultural pues, paralelamente con lo musical, fueron apareciendo restaurantes que promueven la cultura gastronómica del Valle del Cauca y que dan empleo a gran cantidad de personas. Además, el flujo de turistas ha estimulado la formación de microempresas que cada día producen artesanías de mejor calidad.
Desde 1991, FUNMÚSICA inició un programa de bachillerato musical cuyo principal objetivo es la formación de hombres de bien, a través de la música andina colombiana; en la actualidad a esta “Escuela de Música” concurren más de 1.000 niños y jóvenes de los estratos 1, 2 y 3 y ya ha producido varias promociones de bachilleres “Técnicos Musicales”, algunos de los cuales han continuado con la carrera musical en universidades del país, llevando con orgullo el nombre de Funmúsica y de la escuela que en la actualidad es orientada por la “Fundación Canto por la Vida”, creada para tal fin. En el año 2011 una agrupación salida de la escuela de música, el Trío de Ida y Vuelta ganó el gran premio Mono Núñez Instrumental.
Dado el gran éxito del festival, no era de extrañarse que muchos de los participantes decidieran, a su vez, crear en sus regiones otros concursos, encuentros o festivales que se desarrollan con éxito hoy en día. Algunos de ellos solicitaron y recibieron para su iniciación la asesoría y el apoyo de FUNMÚSICA. Así, la semilla sembrada por la Fundación en aquel lejano 1975 germinó a lo largo y ancho de la región andina colombiana, permitiéndonos cultivar un sinnúmero de melodías que hoy hacen parte del patrimonio musical colombiano, preservando así nuestra identidad cultural.
Todo esto ha hecho de FUNMÚSICA “una política cultural en favor de la música andina colombiana”.
En la actualidad muchos de los artistas que han pasado por Ginebra son figuras internacionales como el caso de María Isabel Saavedra, Sandra Esmeralda Rivera, Nueva Gente y Delcy Janeth Estrada. En el año 2001 tres figuras representativas del Festival Mono Núñez conformando el Trío Seresta fueron nominadas a los premios Grammy Latinos en categoría Música tradicional; son ellos: Jaime Uribe Espitia, Gran premio Mono Núñez solista Instrumental en 1993.
José Revelo Burbano, Director Opus II Trío, Gran premio Mono Núñez Instrumental 1997. John Jaime Villegas, integrante del Grupo Instrumental Ébano, Nominado Mono Núñez en los años 2000 y 2001, y Gran Premio Mono Núñez Instrumental en 2002 e integrante del Grupo acompañante de Delcy Janeth Estrada Gran Premio Mono Núñez Vocal 1998.
La Música Andina Colombiana en todos los escenarios donde se presenta, (Ginebra, Santa Fe de Antioquia, Aguadas, Sevilla, Armenia, Pereira, Ibagué, Bello, Envigado, Yumbo, Cajibío, Ruitoque, Floridablanca y tantos más sitios donde hay encuentros, concursos y festivales), es una música que invita a la paz y al amor; estimula la convivencia y el amor a Colombia, con mensajes como “Colombia en Paz”, “Hay que sacar el Diablo”, “Soy Colombiano”, “Volvé Maestro”, “Colombia es amor”, “Amo esta tierra”, “De aquí no me voy”, Etc.
Todas estas realidades han sido estimuladas por el primero de todos los Concursos de música andina en Colombia: el Mono Núñez, que además recibió el más importante reconocimiento a nivel nacional otorgado por el Senado de la República, con el aval de la Presidencia de la República, al declararlo en 2003 como Patrimonio Cultural de la Nación.Fecha de celebración
En la actualidad el Festival se realiza utilizando el último puente festivo de mayo o el primer puente festivo de junio.
En 1975 el festival se inició como una actividad municipal, a la cual fueron invitadas importantes figuras de la música andina colombiana en calidad de jurados y en la parte de concursantes tuvieron cabida profesionales de música, profesionales de otras disciplinas aficionados a la música, campesinos, indígenas y en general todo aquel que se “sintiera” buen intérprete de la música andina colombiana, en aquel tiempo denominada vernácula.
El prestigio del concurso fue creciendo y pasó de ser regional a recibir representantes de todos los departamentos andinos de Colombia. En esos primeros años se asignaban cuotas por departamento, de tal manera que hubiera representación de todos ellos, lo cual iba en detrimento del nivel de calidad, pues muchas veces quedaban por fuera de la cuota excelentes intérpretes, que dejaban su puesto a otros no tan buenos, en otra región.
El crecimiento del Mono Núñez y el nacimiento de otros concursos estimularon la participación de los académicos que poco a poco fueron desplazando a los empíricos hasta el punto de que la actualidad todos los concursantes son estudiantes o graduados de las principales facultades y academias de música de nuestro país. Esto hace realidad el hecho de que la gran mayoría de los concursantes sean personas de menos de 30 años de edad y muchos de ellos apenas cumplan con el requisito de la edad mínima que es 16 años.
En el año de 1976 se creó la Fundación para seguir organizando el concurso. En 1978 la Junta Directiva creó como máximo reconocimiento al ganador del concurso el “Gran Premio Mono Núñez”.
Los cuatro primeros eventos (1974, 1975, 1977,1978) fueron realizados en el aula máxima del Colegio La Inmaculada, que rápidamente fue insuficiente y se salió de las manos de sus organizadoras, por lo cual en 1979 se cambió de escenario, al Teatro San Jorge, en el parque principal del municipio; en este escenario permaneció el concurso hasta 1980, año en el cual el concurso dio paso a un escenario para 2.000 personas con la adaptación de un coliseo deportivo acondicionado para actividades culturales, donde se desarrolló sin sobresaltos hasta 1986, año en el cual se presentó un incidente digno de narrar:
El concurso seguía creciendo en prestigio nacional; llegaban a Ginebra visitantes de muchas partes del país y se encontraban con la sorpresa de no conseguir boletas para acceder al escenario. Fue así como un grupo de turistas esperó la salida del público de la última sesión eliminatoria y “se tomó por asalto” el coliseo con el argumento de que venían de muy lejos y no podían quedarse sin asistir al espectáculo. Hubo de intervenir la Junta Directiva y después de pacientes conversaciones con los protagonistas del incidente, explicándoles que había una boletería vendida y unos derechos adquiridos con anterioridad los cuales debían respetar, el coliseo fue desalojado pacíficamente y el concurso pudo seguir su curso normal.
Esta situación fue motivo de análisis y después de evaluar diferentes posibilidades de ampliación del coliseo las cuales eran todas supremamente costosas, se optó por crear “El Festival de la Plaza” en un escenario al aire libre, el parque de la población, usando como tarima originalmente el atrio de la iglesia parroquial, hasta llegar a una amplia tarima donde se realizaban tres grandiosos conciertos de aproximadamente diez horas de duración, viernes, sábado y domingo de festival.
La creación de este nuevo espacio, sin bien lesionó en algo la taquilla, abrió las puertas a la presencia masiva del público, pues la plaza ha reunido aproximadamente 10.000 personas por noche y en ella se han presentado no solamente los artistas del concurso, sino invitados especiales como Jorge Velosa, La Orquesta Sinfónica Departamental del Valle del Cauca, La Banda Sinfónica de Bellas Artes, La Orquesta Colombiana de Instrumentos Andinos y muchísimas otras agrupaciones colombianas.
Grupo Juventud Parrandera de Boyacá, inicialmente empezaron participando en el Encuentro Infantil para después representar su departamento como concursantes.
Por muchos años el Festival de la Plaza se abrió con una franja infantil a partir de las 3 de la tarde, pero en 2005 se decidió crear el Encuentro Infantil que posteriormente se denominó Mateo Ibarra en homenaje a un niño, alumno de la escuela de la música fallecido a los 8 años de edad. En el encuentro participan niños ganadores de diferentes concursos del país como La Abeja de Oro en Cali, El Cuyabrito de Oro en Armenia, El Cacique Tundama en Duitama, Boyacá.
Por algunos años este encuentro se realizó en un lote situado en la sede de Funmúsica en Ginebra que estaba constituida por dos casas vecinas, donde funciona la escuela de música. Estas casas fueron vendidas a Canto por la Vida, entidad que en 2012 realizó en dicho lote una ampliación de su planta física, por lo cual fue necesario trasladar la tarima del encuentro infantil al parque de la música; donde empezó a realizarse el encuentro a partir de la versión 38 del Mono Núñez.
Retomando la evolución del concurso, con la llegada de jóvenes intérpretes empezaron a aparecer nuevas temáticas y fusiones; esto dio origen a la creación del premio “Mono Núñez” de Nueva Expresión y premio “Mono Núñez” Tradicional.
En la medida en que más académicos llegaban al concurso se hacía más fuerte la presencia de grupos instrumentales pues era mayor la dedicación de los estudiantes al manejo instrumental que a la técnica vocal.
En el Festival 21º, el concurso sufrió un drástico cambio impulsado por el maestro Gustavo Adolfo Renjifo, en el sentido de que dejó de llamarse “Concurso de Intérpretes de Música Andina Colombiana” y pasó a llamarse “Concurso de Programas Musicales”, el cual consistía en que los concursantes debían interpretar un máximo de tres obras de música andina colombiana con alguna ligazón en temática. Fue así como surgieron programas como “Migajitas”, humorístico con pinceladas de erotismo y critica política; “Esto me lo Contó un Tiple”, con obras todas dedicadas a nuestro instrumento insignia; “Cantos al Galeras”, etc.
Esto trajo como consecuencia la presentación de gran cantidad de obras inéditas, pues quien cumplía literalmente las bases del concurso debía construir un programa que cumpliera a cabalidad con el requisito de la unidad temática; sin embargo, muchos de los aspirantes no tenían la aptitud de compositores y optaban por una de dos alternativas: Alejarse del concurso o buscar en el repertorio nacional obras que tuvieran alguna similitud en cuanto a la temática, por ejemplo, obras dedicadas a la conquista amorosa, “La Picaresca Colombiana en las Peticiones de Amor” programa con el cual “Los Hermanos López” ganaron el “Gran Premio Mono Núñez” en el 23º festival, u obras dedicadas al tiple, la guitarra o a los gentilicios femeninos.
Este proyecto cumplió su ciclo en 1997 y al año siguiente se aprobó que los artistas inscribieran un repertorio libre, sin unidad temática, tradicional o de nueva expresión, en fin, aquel con el cual el artista se sintiera más a gusto. De esta manera el concurso volvió a ser de Intérpretes de música andina colombiana.
Simultáneamente, y al analizar que los grupos instrumentales estaban copando casi todas las posibilidades de clasificación para la noche final, la Junta Directiva decidió abrir el Mono Núñez en dos concursos paralelos: “El Gran Premio Mono Núñez” vocal y el “Gran Premio Mono Núñez” instrumental, con igual cantidad de artistas concursantes para ambas modalidades, 12 y 12, clasificando para la final 4 de cada modalidad; igualmente se decidió eliminar el criterio de cuotas por regional y desde esa época se viene utilizando como único criterio para llegar a Ginebra, el concepto de calidad, pues las audiciones de todo el país se graban en las mejores condiciones de audio y video y se escuchan en una gran plenaria en Ginebra o Cali, donde se establece un escalafón por méritos, clasificando los mejores sin importar que una regional se quede sin representación o que otra tenga gran cantidad de clasificados.
Los artistas se presentan en tres noches eliminatorias, jueves, viernes y sábado, y una gran final el domingo.
Escultura original del Maestro César Correa erigida como trofeo «Gran Mono Núñez», se entrega en las versiones Ganador Vocal, Ganador Instrumental y una versión más pequeña para los nominados y reconocimientos.
Ante la poca asistencia de público el día jueves, en el año 2000 el concurso se realizó en tres días, pero quienes venían de departamentos lejanos reclamaban que hacía falta el día suprimido con el argumento de “ayer empezó y mañana ya se acaba”, por lo cual se retomó el formato de 4 días pues además el acortarlo, restaba oportunidad de clasificación a algunos grupos, debido a que fue necesario hacerlo con sólo 20 participantes.
A partir del año 2001, efectuando algunos ajustes a la programación, se aumentó el grupo de clasificados a 14 por modalidad, para un total de 28, con una final de 5 vocales y 5 instrumentales.
Con este formato se llegó hasta el concurso número 29 sin lograr un incremento significativo en la presencia de público el jueves, a pesar de programar ese día los concursantes con mejores calificaciones.
Por este motivo la Fundación, al celebrar los 30 años del concurso en 2004, decidió realizar la jornada inaugural en la ciudad de Cali, buscando facilitar la asistencia masiva de público de esa ciudad.
La experiencia tuvo un éxito rotundo, pues de 400 personas que asistían en Ginebra, se pasó a más de 2000 en la velada de Cali; simultáneamente se experimentó con la creación de un gran concierto el sábado en la tarde, en Ginebra, concierto este fuera de abono, con el fin de invitar nuevos públicos de la música colombiana, que por cualquier circunstancia no están en condiciones de trasladarse a Ginebra durante tres o cuatro días.
Estas dos estrategias permitieron prácticamente duplicar la taquilla y llevar al concurso, con otras estrategias, a un camino hacia la autosostenibilidad.
Sin embargo, nuevamente los visitantes y abonados de otros departamentos, hicieron valer su voz en el sentido de que era muy difícil la logística de llegar a Ginebra, alojarse, salir a Cali para la sesión del jueves y regresar a las horas de la madrugada; por lo cual desde 2004 regresamos a Ginebra con la convicción de que nuestra presencia en Cali durante 3 años cumplió con el objetivo de creación de nuevos públicos.
Con el fin de estimular la creatividad de autores y compositores, la Fundación estableció, paralelamente al de intérpretes, el concurso de “Obra Inédita” en cada modalidad, al cual clasifican tres obras vocales y tres instrumentales, cada una de las cuales se interpretaba en las rondas eliminatorias, presentándose en la noche final las dos obras ganadoras.
A partir de 2011 se decidió presentar las obras inéditas tanto en audición privada como en pública en un solo bloque para que tanto jurado como público pudieran hacer las comparaciones más fácilmente. Esta presentación se hace el sábado de festival.
Con el fin de establecer una comunicación directa entre el público y los artistas se crearon, desde hace algunos años, los “Conciertos Dialogados” en pequeños escenarios, sin amplificación, donde los asistentes pueden interactuar con los concursantes estableciéndose una unión entre seres que en los grandes escenarios siempre se encuentran distantes. Esta actividad tomó una fuerza inusitada y hoy es uno de los grandes atractivos del Festival, por lo cual ante la gran asistencia de público fue necesario celebrarlos simultáneamente,
enfrentándolos, pues de lo contrario desbordarían la capacidad de los escenarios disponibles, el principal de ellos, aquel salón de actos del Colegio de la Inmaculada donde el concurso interpretó sus primeras notas, como también el Templo parroquial; por supuesto ya no pueden realizarse sin sonido.
Aquí han compartido tarima la gran mayoría de los compositores contemporáneos (encuentros de cantautores), son el escenario preferido para el lanzamiento de producciones discográficas, se realizan encuentros de duetos, encuentros de voces femeninas, encuentros de grupos polifónicos y, en fin, cuantas posibilidades permita el tiempo disponible.
En los inicios del Festival sólo se contaba con las sesiones de la noche, lo cual hacia que mucha parte del público prolongara su participación en los remates generalmente realizados en haciendas cercanas a la población, hasta el amanecer, pues se disponía de todo el día para recuperar fuerzas; en la actualidad se deben reservar unas pocas horas de la madrugada con este fin, pues a las 10 de la mañana empieza la actividad musical.
Dueto Primavera de Boyacá, en un Concierto Dialogado en el Colegio de la Inmaculada
Ante la fuerte presencia de la academia en el concurso, fue necesario crear un espacio donde los artistas empíricos y tradicionales pudieran hacer presencia. Fue así como se creó el “Encuentro de Expresiones Autóctonas”, donde tienen cabida los grupos de campesinos, afrodescendientes e indígenas que interpretan música aprendida de generación en generación y transmitida de padres a hijos.
Durante el encuentro se realizan talleres en los cuales los grupos comparten sus experiencias, que en muchos de los casos comprenden inclusive la fabricación de sus propios instrumentos.
En algunos años se celebró un concierto final en el Coliseo Gerardo Arellano, el domingo en la tarde.
Por la creación del Encuentro Internacional, esta plenaria del encuentro de expresiones se está realizando en el mismo sitio de los talleres.
Esta actividad año tras año conquista más adeptos entre los folclorólogos, estudiantes de antropología, musicología y amantes de nuestro legado cultural.
Ante la gran afluencia de público y la presencia masiva de grupos familiares, el Festival de la Plaza no sólo se convirtió en una gran tarima de espectáculos musicales, sino que se complementó con exposiciones de instrumentos, artesanías de gran calidad, feria del libro y muestra gastronómica; esta última actividad se ha desarrollado en Ginebra paralelamente con el concurso, hasta convertir el municipio en un polo de desarrollo y destino obligado de quienes quieren degustar la exquisita cocina vallecaucana.
Además de la música andina también han tenido cabida muestras de otras músicas tradicionales colombianas como la del pacifico, la caribe (porro y cumbia) y la llanera.
Con estímulo ofrecido por el concurso de obra inédita y la presencia en Ginebra de la gran mayoría de los autores y compositores contemporáneos, fue desapareciendo la música tradicional de los repertorios de los concursantes, pues la temática actual y las expresiones modernas eran más atractivas para los jóvenes concursantes.
Simultáneamente con la visualización de esta realidad, se presentó la celebración de los 100 años del natalicio de Benigno “Mono” Núñez (1997), uno de los fundadores del concurso y quien dio su nombre al Festival. Por tal motivo la Fundación decidió incluir en el repertorio de los concursantes una obra que se llamaría “Homenaje a Nuestros Compositores” la cual sería asignada por la organización a cada uno de los concursantes clasificados; con ello se logró que por lo menos la tercera parte del repertorio fuera del pentagrama tradicional colombiano.
Después del homenaje al “Mono” se continuó con el programa, reviviendo la obra de los maestros más importantes de nuestra música. (la lista completa de maestros homenajeados puede ser consultada en el portal entrando a la web: https://festivalmononunez.com o pulsando sobre el enlace en la barra lateral de esta página. Unma vez allí buscar en el Menú de navegación Homenajes, luego sidesea conocer su biografía, vaya a la sección de Biografías de nuestro portal https://funmusica.org/biografias y busque allí por su nombre
Fruto del tránsito de programas musicales a repertorio libre, se presentó el hecho de que los artistas clasificados a la final podían concursar con el mismo repertorio presentado en la eliminatoria y aún en las regionales, lo cual en la práctica permitía que un intérprete ganara el Gran Premio con sólo el estudio y montaje de dos o tres obras.
Unido a esto se empezó a conocer que los grupos interpretaban esas mismas obras en otros concursos nacionales; fue por ello que a partir de 1999 se ajustaron las bases del concurso, de tal manera que los concursantes debían inscribir dos repertorios, cada uno de dos obras, que se utilizarían así: un repertorio más la obra en homenaje a nuestros compositores, en la ronda eliminatoria y otro repertorio más la misma obra para el caso de pasar a la final.
Grupo Damaciri de Expresiones Autóctonas, pertenecientes a la Comunidad Indígena de San Lorenzo en Riosucio Caldas.
Con el paso de algunos concursos se observó que los artistas no ganadores que regresaban a optar por el premio, se presentaban en Ginebra con el mismo repertorio de años anteriores, lo cual evidentemente no contribuía a difundir la música colombiana como mandan los estatutos de la Fundación. Fue por ello que a partir de 2002 se está exigiendo que los artistas inscriban 10 obras del repertorio andino colombiano, la gran mayoría de las cuales deben interpretarse a lo largo del concurso, pues deben presentar dos en la audición regional, dos en audición privada ante el jurado, sin amplificación de sonido, dos en la ronda eliminatoria y dos en la final; a esto se suma la obra de homenaje a nuestros compositores, que se interpreta sólo en las rondas eliminatorias. Todo esto con el fin de hacer de los conciertos un espectáculo con gran diversidad musical.
Quienes deseen concursar nuevamente, deberán renovar al menos el 70% de su repertorio.
En año 2005 y con el fin de dar protagonismo y difusión a las obras ganadoras y finalistas del concurso de obra inédita, se estableció en las bases que las agrupaciones deberán incluir dentro de las 10 obras seleccionadas por ellos, una de las finalistas de los concursos de obra inédita llevados a cabo hasta el momento.
No existe restricción alguna en cuanto a los instrumentos a utilizar por los concursantes, ni parámetros que obliguen a alguna configuración de los grupos; es así como pueden presentarse duetos que no se acompañen a sí mismos, duetos acompañados solo por guitarras o por flautas, en fin, los artistas tienen total libertad para presentar su propuesta.
Desde el 4º festival y hasta el 19º, el concurso produjo como memoria un LP o casete con lo más destacado de las presentaciones de cada año; estos elementos no tenían carácter comercial y eran patrocinados por una multinacional radicada en el departamento del Valle del Cauca.
En la versión 20º el Festival entró a la era del disco compacto con las memorias de dicho festival y produciendo por primera vez un disco con criterio comercial, Duetos Vol. I. Estos productos tuvieron una excelente aceptación dentro del público y fueron el núcleo para que Ginebra empezara a convertirse en lo que es hoy, el principal punto de venta de las producciones independientes de música andina colombiana. El mercado comenzó a desarrollarse y en poco tiempo se produjeron no solamente el disco del concurso sino también el disco homenaje a nuestros compositores.
A partir del Festival 31º se logró conservar en grabación no solamente las audiciones eliminatorias y final, sino también la audición privada ante el jurado, lo cual ha permitido producir como memoria seis discos compactos cada año.
Con esto Funmúsica trata de cumplir a cabalidad con aquel mandato de sus estatutos que dice: “La Fundación tendrá por objeto estimular, difundir y preservar la música andina
colombiana”.
Funmúsica siempre se ha distinguido por estar a la vanguardia de los festivales de música andina colombiana en la utilización de nuevas tecnologías.
El Mono Núñez fue el primer Festival que contó con sitio web propio hace 15 años. Más tarde implementó las inscripciones virtualmente. Luego dio inicio a la trasmisión del Festival vía streming, llevando la imagen de nuestra música a todos los confines de la tierra.
En 2014 puso en funcionamiento su radio en línea, Funmúsica Radio.
En 2016 se hizo la aplicación móvil sistema Android.
En enero del 2018 se publicaron las bases del concurso en el portal oficial, redes sociales y en una página web móvil diseñada para ser consultada desde los celulares.
Con el rediseño de la página web oficial, esta ahora es responsiva por lo cual su contenido se adapta a las diferentes pantallas de computadoras de escritorio, portátiles, tabletas, IPad, Ipod y celulares. Tenemos en la red el programa de mano en forma digital, además de toda la información del Festival Mono Núñez para ser consultada permanentemente desde su celular o tableta ya sea el sistema Android, Iphone o Windows. Para visitar la página solo debe digitar en el navegador web de su celular: www.festivalmononunez.com. Podrá escuchar nuestra emisora desde esta web móvil y mirar la trasmisión en video del Festival.